Fútbol sala-cadete-final
Francisco Valero
Francisco Valero
El acierto goleador y el coraje indoblegable coronan al colegio de La
Matanza. El cadete del C. R. A. Azahar se proclamó campeón de su categoría de
fútbol sala al derrotar por 3-1 al instituto El Palmeral. Los goles de José
Miguel (por partida doble) y de Aaron tumbaron al líder de la clasificación en
una final disputada en la pista número uno del Polideportivo de Orihuela y ante
la asistencia de más de 30 aficionados agolpados en la grada.
Se palpaba la tensión en el ambiente minutos antes del pitido inicial. Tras
nueve meses de temporada regular, los dos equipos se retaban por el título de
campeones de los Juegos Municipales 2013/14. El Palmeral partía con la vitola
de favorito por su sensacional año, certificado con la consecución de la
primera posición de la tabla. Pero ante sí se encontraba el orgulloso Azahar,
muy decidido y seguro en sus posibilidades.
Muy pronto se comprobó que iba a ser una final muy difícil para el líder.
Azahar comenzó rocoso e intenso, presionando y llegando con ímpetu al área
rival. El Palmeral palidecía mientras buscaba su hueco en la cancha. La
indecisión inicial se pagó con el tanto de José Miguel, quien adelantaba a los
suyos tras marcar a placer (1-0).
El Palmeral se veía obligado a rehacer y empezó a generar ocasiones, pero su contrincante se encontraba muy seguro en defensa. Cuando surgieron las mejores ocasiones para los de El Palmeral, José Miguel volvía a marcar (2-0). El segundo gol fortaleció la convicción de Azahar, que defendería con toda su alma el marcador durante el resto del encuentro.
La final se complicaba para El Palmeral, que debía remontar dos goles, pero nunca dio su brazo a torcer y peleó hasta el final. Desplegó su mejor fútbol, el juego que le ha llevado a ser uno de los mejores equipos del año, pero una y otra vez sus ocasiones se desperdiciaban. Aun así, Oussama acortaba las distancias en el marcador (2-1), aunque resultó un espejismo porque Aaron respondía con otro tanto (3-1).
Un asedio fue El Palmeral, que obligado por la circunstancias, buscó la portería continuamente, pero no lograron materializar sus oportunidades. Corajudo y bravo, Azahar resistía con firmeza. El triunfo estaba más cerca, solo era cuestión de no ceder ni cometer ningún error. Como así fue.
Al final, la feroz competitividad se impuso, para desolación de El Palmeral, y Azahar estallaba de alegría cuando atronó el pitido final. El equipo de la Matanza se alzaba al cielo del fútbol base de la categoría de cadetes. Los jugadores se abrazaban alegres y pletóricos; e instantes después buscaron sonrientes a su entrenador, que no pudo negarse a ser manteado.
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